domingo, 21 de febrero de 2010

La Acción como una estrategia fundamental en PNL.

Las personas, en su gran mayoría tienen la intención de triunfar, tener éxito, de lograr metas y objetivos significativos que los beneficien de muchas formas. Para arribar a ese éxito, se han establecido muchos caminos que van desde la gerencia lógica hasta fe espiritual, y en todos los casos, se menciona como denominador común un ingrediente que resulta indispensable para llegar hasta donde se desea: ese ingrediente es conocido como la acción, factor que definiremos en términos muy sencillos, como toda actividad perceptible realizada por un sujeto cualquiera.

Siempre se ha dicho que la PNL es una actitud, y por actitud se entiende que es la forma de actuar de las personas, el comportamiento necesario (o innecesario) para alcanzar un objetivo, es decir una forma de acción. Actitud=acción + conducta.

La acción aparece, en el tema del logro, como el elemento más fundamental; como pieza clave para la concreción o cristalización de los deseos. No es posible lograr algo sin acción, pues somos habitantes del cuerpo, y eso que llamamos experiencia tiene que ver con lo que el cuerpo siente, con el movimiento ... con la acción, y, a pesar de la demostrada importancia de actuar, es común que tendamos a posponer acciones importantes, en la mayoría de los casos por temor a equivocarnos, a fracasar o ser desaprobados. Debemos recordar que el temor (preocupación e inquietud), o su fase superior, el miedo (alteración psicofísica defensiva notable), surgen en el organismo como mecanismos de autoprotección ante lo que consideramos amenazante, desconocido o incontrolable. En estos casos, nuestras respuestas más típicas aunque limitantes son: paralizarnos, negar el malestar, o agredir al estímulo que vemos como amenaza.

Se puede hablar de inacción temporal o permanente. Una es fugaz, la otra, una tendencia de carácter frecuente. El tránsito por malos momentos como accidentes, despido del trabajo o pérdida de seres queridos, pueden sumir a algunos en estados emocionales bajos. Y se entiende que desde la depresión, movernos no sea nuestra decisión favorita. Sin embargo, la gran mayoría "se quedan en el aparato", como actitud existencial. Esperan que las cosas "caigan del cielo", que "Dios provea". Así, pues, la dependencia, la flojera, el facilismo, son actitudes asociadas con la inacción. La actitud del mantenido, del recostado, del cómodo, es bien conocida por todos.

Afortunadamente, el miedo a actuar puede ser derrotado y sustituido por la determinación y la ejecución inteligente de acciones productivas. Para dar este salto, podemos apoyarnos en aliados actitudinales como: confianza, responsabilidad, voluntad, creatividad y fe.

Se requiere confianza para moverse, para avanzar, para arriesgarse. Si creo que puedo ganar lo intento, si no lo creo, ¿para qué intentarlo? Confiar es creer que se dispone del potencial o los recursos para obtener lo que se busca.

La responsabilidad es un detonante crucial, pues si no tomo el control de mi vida, entonces espero que otro controle, proponga y decida. ¿Quién responde por tu vida? ¿Quién decide por ti? ¿Quién asume los riesgos y las consecuencias de tus actos?.

Nos resta preguntarnos si es momento de quedarse o actuar; cuáles son las áreas en las que estamos "dormidos" y requerimos despertar la actividad; de valorar todo lo que podríamos lograr, aprender o avanzar si superamos la inacción, la resignación, la procrastinación. "Todas las personas poseen los recursos necesarios para alcanzar sus objetivos".